Trump apunta a la UE con un paquete de presión: más aranceles, límites a exportaciones de chips y sanciones por la DSA

Trump apunta a la UE con un paquete de presión: más aranceles, límites a exportaciones de chips y sanciones por la DSA

por Manuel Naranjo Actualizado: Ayer a las 20:08 1

No es la primera vez que Donald Trump saca la carta arancelaria, pero esta vez ha puesto el foco en un terreno muy concreto: los gobiernos que quieran obligar a las grandes tecnológicas estadounidenses a respetar su normativa. El mensaje es simple y contundente: si tocan a Meta, Google, Amazon y compañía, habrá más aranceles a sus importaciones. Y, aunque no cita nombres, el destinatario se entiende rápido.

Un aviso con dirección europea

La Unión Europea lleva años subiendo el listón regulatorio con piezas como la Ley de Servicios Digitales (DSA), la Ley de Mercados Digitales (DMA) o los impuestos digitales. El objetivo oficial es claro: que las plataformas operen con reglas de transparencia, moderación y competencia que protejan al usuario y eviten abusos de posición dominante. Ese empuje regulador ha levantado ampollas al otro lado del Atlántico y Trump se ha colocado públicamente del lado de “sus” tecnológicas, reforzado por la sintonía exhibida por directivos de primer nivel en actos y apoyos financieros.

En sus redes, el presidente ha repetido la idea de que estas normas europeas “dañan o discriminan” a la tecnología estadounidense y, para rematar, ha deslizado que China saldría mejor parada bajo ese marco. La tesis es conocida: Europa legisla para frenar a Silicon Valley mientras deja hueco a rivales asiáticos.

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Aranceles, chips y sanciones: un menú de presión

El frente arancelario no llega solo. En paralelo, la Casa Blanca ha dejado caer que estudia restricciones a la exportación de chips y tecnología hacia los países que “insistan” en aplicar esos marcos legales. Sería un golpe sensible: hablamos de semiconductores y know-how que sostienen desde servicios en la nube hasta proyectos industriales.

Y hay una tercera pata que eleva la tensión diplomática: la posibilidad de sancionar a funcionarios europeos responsables de desplegar la DSA. Sería un paso poco habitual, porque personaliza el choque más allá del terreno comercial y lo lleva a la esfera política y administrativa.

Europa, en el centro del tablero

Para Bruselas, la película es distinta. La DSA y la DMA no nacen contra nadie, sino a favor de un mercado más transparente y competitivo. Desde el lado estadounidense, sin embargo, se denuncia que estas leyes encarecen el cumplimiento, fuerzan cambios en los modelos de negocio y, en última instancia, abren la puerta a censura de contenidos. Trump ha hecho suya esa narrativa y la ha colocado en el centro del debate.

Mientras tanto, en el terreno práctico, diplomáticos estadounidenses desplegados en Europa ya habrían recibido la instrucción de intensificar el lobby contra la DSA: presionar para suavizar su aplicación o, directamente, promover su revisión en profundidad. No es nuevo que Washington defienda a sus campeones nacionales, pero el tono y el paquete de medidas que se barajan elevan un par de grados la temperatura.

Qué se juega cada parte

  • Estados Unidos protege a su industria tractora y defiende que el exceso de regulación frena la innovación, encarece servicios y puede terminar favoreciendo a terceros países. Las palancas (aranceles, exportaciones tecnológicas y sanciones) son conocidas y efectivas a corto plazo.
  • La Unión Europea sostiene que sus reglas son claras. Las plataformas acumulan demasiado poder, dañan la competencia y exponen a los ciudadanos a prácticas opacas. La DSA y la DMA son su apuesta para ordenar el ecosistema digital con herramientas de supervisión y sanción.

Entre medias, empresas y usuarios. Para las big tech, cada obligación nueva implica costes (de cumplimiento, de ingeniería, de procesos) que pueden trasladarse a precios o a recortes de funciones. Para el usuario europeo, la promesa es más transparencia y control. El riesgo: que el choque escale y afecte a servicios o disponibilidad de productos.

Un pulso que puede crecer… o enfriarse

Que la Administración Trump ponga sobre la mesa aranceles y límites a la exportación no significa que todo se vaya a ejecutar mañana. Este tipo de movimientos suelen graduarse en función de la respuesta del otro lado, del clima económico y de los equilibrios internos. Aun así, el mero anuncio ya condiciona negociaciones y decisiones empresariales a corto plazo.

Si el plan de sancionar a funcionarios de la UE prospera, el conflicto saltará de la pantalla comercial a la diplomática. Sería un precedente complicado que obligaría a Bruselas a responder, y a las empresas a recalcular riesgos regulatorios y de suministro.

Todo lo descrito dibuja un choque de modelos: menos reglas y más mercado frente a más reglas para equilibrar el mercado. Trump ha elegido su bando y ha puesto presión con instrumentos muy tangibles. Europa no parece dispuesta a bajar el listón de su agenda digital. En el medio, un ecosistema tecnológico global que depende de chips, datos y normativas que ya no se mueven en paralelo, sino que chocan.

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Redactor del Artículo: Manuel Naranjo

Manuel Naranjo

Ingeniero informático y Técnico Superior en Topografía, que dejó las obras por su pasión: la tecnología. Desde hace ya varios años me dedico a lo que me gusta, con eso lo digo todo. Mi filosofía es el trabajo y la ilusión, no conozco otra forma de conseguir las cosas. El motor (sobre todo la F1) y el basket, mis vicios confesables.

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