Europa triplica la capacidad de centros de datos para IA y acelera el auge de las neoclouds en plena carrera por la infraestructura digital
por Manuel NaranjoEn muy poco tiempo, el mapa de la infraestructura digital europea ha cambiado de escala. Lo que hace nada eran proyectos piloto de inteligencia artificial alojados en la nube, hoy son cargas estables que ocupan salas enteras de centros de datos. Los últimos datos de CBRE apuntan a que la capacidad dedicada a IA en Europa se ha triplicado, y esa expansión llega de la mano de un fenómeno paralelo: el crecimiento de las llamadas neoclouds, proveedores alternativos que se cuelan entre los gigantes clásicos de la nube y el cliente final.
De la nube genérica a los centros de datos pensados para IA
Durante años, el modelo por defecto fue sencillo: contratar recursos en un gran hyperscaler, desplegar las aplicaciones y escalar cuando hiciera falta. Las cargas de IA han retorcido ese esquema. Entrenar modelos, afinarlos y servirlos en producción exige algo más que “máquinas virtuales potentes”. Se necesitan granjas de GPU o aceleradores específicos, redes internas de muy baja latencia y densidades de potencia por rack que hace poco parecían excesivas.
Este giro ha obligado a muchos operadores de centros de datos a replantear desde la refrigeración hasta la acometida eléctrica. La refrigeración líquida deja de ser una rareza, los diseños de sala se ajustan a pasillos de alta densidad y la conversación con las eléctricas pasa a ser casi tan importante como la negociación con el cliente.
Que la capacidad para IA se haya triplicado no es solo una cifra llamativa: refleja que la IA ha pasado a ser una carga estructural.
Neoclouds: el segundo escalón que se llena muy rápido
En paralelo a la expansión de los grandes proveedores globales, ha ido creciendo una capa intermedia que cada vez suena más: las neoclouds. No compiten tanto por volumen como por enfoque. Su propuesta suele pasar por centros de datos cercanos al cliente, mayor visibilidad sobre la arquitectura y los costes. y acuerdos de soberanía de datos adaptados a la normativa local.
Para muchas empresas europeas, especialmente aquellas que no quieren atarse por completo a un único hyperscaler, estas neoclouds se han convertido en una opción muy razonable. Ahí colocan entornos de prueba, cargas de IA ligadas a datos sensibles o servicios donde es clave saber exactamente dónde se almacenan los datos y bajo qué jurisdicción.

Europa, atrapada entre la regulación y la carrera por la capacidad
En Europa, la carrera por aumentar capacidad no se puede entender sin el marco regulatorio. Aquí no basta con levantar un CPD y conectarlo: pesan el RGPD, el futuro reglamento de IA, las estrategias de soberanía digital y los programas nacionales de “nube de confianza”. Eso hace que algunas decisiones que en otros mercados son puramente técnicas, aquí lo sean también políticas y legales.
Todo esto condiciona dónde se ubica la nueva capacidad para IA. Siguen creciendo los grandes hubs tradicionales, pero van ganando peso nuevas regiones que quieren posicionarse como nodos de referencia para cargas de IA con sello europeo.
El resultado es un ecosistema menos homogéneo, donde la ubicación del centro de datos importa casi tanto como su ficha técnica. Para determinados sectores (salud, administración, banca), la promesa de “tus datos no salen de esta jurisdicción” pesa tanto como el número de GPU por rack.
Qué cambia para las empresas que quieren hacer IA en serio
Para las compañías que están dando el salto de las pruebas de concepto a proyectos de IA en producción, este nuevo escenario abre decisiones que antes ni se planteaban. Ya no se trata solo de elegir cuánta capacidad contratar, sino de cómo repartirla. Apostar por un único hyperscaler o diseñar desde el principio una estrategia multicloud, mover parte de las cargas a neoclouds especializadas o acercar la infraestructura a determinados mercados para reducir latencias y cumplir requisitos regulatorios.
En la práctica, quien quiera tomarse la IA en serio en Europa tiene que pensar la arquitectura desde la base: dónde estarán los datos, qué partes de la carga irán a grandes nubes, cuáles se quedarán en proveedores regionales y qué se puede llevar, cuando tenga sentido, a infraestructuras propias o colocation.
Energía, talento y sostenibilidad: los tres cuellos de botella
La expansión de capacidad para IA en Europa avanza rápido, pero tropieza con tres límites claros. El primero es la energía: no todas las ubicaciones pueden asumir de golpe los megavatios adicionales que exige un CPD de alta densidad, y en algunos mercados los proyectos compiten directamente con otras industrias por el acceso a la red.
El segundo es el talento. Operar centros de datos pensados para IA no es lo mismo que gestionar un CPD tradicional. Hace falta gente que sepa diseñar sistemas de refrigeración avanzados, afinar redes internas de alto rendimiento y optimizar la ocupación de los racks sin comprometer la estabilidad.
El tercero es la sostenibilidad. El crecimiento del consumo energético asociado a la IA está bajo lupa, y eso obliga a los operadores a moverse con más cuidado: acuerdos para usar energía renovable, proyectos para aprovechar el calor residual en redes de calefacción urbana, objetivos públicos de eficiencia… todo suma.
Europa quiere estar en la carrera de la IA sin renunciar a sus propias reglas del juego. La capacidad se ha triplicado y todo apunta a que seguirá creciendo, pero cada nuevo megavatio tendrá que justificarse mejor.
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